23 octubre, 2012

Siete Altares, Livingston

A la orilla de la costa atlántica guatemalteca, en el municipio de Livingston (departamento de Izabal), se ubica uno de los muchos tesoros con los que Dios ha privilegiado a Guatemala. 
Protegido por un frondoso bosque, con diversa flora y fauna que ha hecho del lugar su propio manantial se encuentra siete altares.
Su nombre se origina por un conjunto de siete pozas con aguas de matices turquesa que rinden culto a la naturaleza misma. La perfección que encierra este paraíso (al igual que Semuc Champey ), no deja la más mínima duda de la intervención de una mano divina durante su creación. Realmente cuesta mucho pensar que esta obra es una simple casualidad, más bien es un completo capricho. 
¿cómo llegar? Partiendo desde el municipio de Livingston, existen dos alternativas para llegar a siete altares: La primera es viajar en lancha, lo cual sin duda resulta rápido (y quizá cómodo dirán algunos), mientras que la segunda implica caminar sobre la orilla de la playa (en lo personal siempre me inclinaría por esta última). El recorrido a pie ofrece la posibilidad de descubrir a cada segundo un paisaje diferente del Caribe guatemalteco.
Es una caminata realmente agradable, con efectos relajantes durante los 45 minutos que aproximadamente dura (claro, asumiendo que no habrá paradas, pero eso es imposible en medio de tanto para admirar).
A lo largo del camino (conocido como playa Quehueche), se encuentran diversas opciones de hospedaje, lugares que también ofrecen amplia variedad de comida (con suerte recién sacada del mar) y lo más importante, a precios más accesibles que Livingston.
Cercano a las pozas aparece un desvío sobre la playa que indica el camino hacia las mismas. En cuestión de segundos se genera un cambio radical de entorno, pues apenas son pasos los que separan la arena y el mar, con la espesa jungla que resguarda los manantiales de agua dulce.

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